miércoles, 13 de enero de 2010

rocas para dormir

este un viejo robo:



Miro el techo buscando una salida de algo que no tiene cura. Es un mal en los ojos, o eso aparento oír cuando estoy dando vueltas en mi caja de lindo encaje y vidrio grueso. Marco los días en los que deseo conciliar el sueño para escapar un sólo momento a donde soy libre, y quizá ahí no se esconda el viento entre mis dedos. Queiero abrazarme y decirme que sólo soy una flor metida en una botella, un niño la regaló al mar en señal de amor. De un amor que yo no conozco; sólo veo su silueta en mi cuarto, colocando rocas para que mi sueño sea más pesado, y pueda sentir el aroma del día en mis oídos enmudecidos por el incesante desojar de un árbol, que pide que lo mires sólo una vez sin mentirle; como cuando era sólo un retoño en los fríos recuerdos de un sentimiento de una añeja amistad devastada, deseada por unos para encontrar de nuevo lo simple de lo infinito, de eso que pienso que ganaría si duermo donde podría estar así el tiempo que quisiera. Pero sólo es una fábula donde los suspiros son esclavos de anhelos que se mienten unos a otros, simulando entendimiento, arrojando todo contacto por la ventana de mi ser a un mundo complicado y limpio de culpas impuras, como mis cantos, a esto pronunciado por tus llantos, sosteniendo la lámpara con la que iluminas a ese ser que coloca piedras en mi cuarto....

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